En Cataluña, como en los peores tiempos del País Vasco, la política consiste en disimular y justificar el terrorismo, ya sea de ETA o de su filial Terra Lliure.
Los cálculos más conservadores cifran en 500.000 el número de asesinados durante aquella orgía de terror doctrinario. Los represaliados fueron millones.
Para muchos, el ideal sería que el Estado facilitara un empleo óptimo para todos los parados. Mientras tanto, debería concederles un generoso subsidio.