Esto no es una crítica de cine sino una crónica política, aunque el título de la columna diga lo contrario. Sangre de Mayo, en efecto, es el título de la película de Garci que ha sido elegida en una terna para que pase a la selección final que represente a España al Oscar a la mejor proyección extranjera. La Academia de Cine ha elegido esta película sobre el Dos de Mayo y la Guerra de la Independencia sin que aún no se haya estrenado en los cines comerciales. Raro. Sí, sí, raro es el asunto, pero eso no significa que el procedimiento de selección sea ilegal, pues que los académicos han podido verla a través de los pases especiales que la normativa española establece para tales casos.
Que esta película haya entrado en las listas de candidatas al Oscar no es ni extraño ni fuera de la legalidad, lo chocante es que aún no haya sido vista por los españoles, sobre todo, cuando se supone que estamos celebrando el bicentenario de la llamada Guerra de la Independencia de una nación llamada España. Que esta película aún no haya sido estrenada refleja un fracaso absoluto de la celebración del bicentenario que, a su vez, refleja la situación de almoneda en que se encuentra la nación española. Digo más: que esta película aún sea inédita para el público es, sin duda alguna, la mejor prueba de su principal mensaje: España es una tragedia.
Esta película, a pesar de todo, pasará a la historia del cine español. Es una síntesis genial de la epopeya de un pueblo, el canto de una gesta colectiva, y un retrato de sus sentimientos más íntimos, un poema de afectos y emociones de los españoles de arriba y abajo. La cinta debería exhibirse en todos los colegios de España. Los niños aprenderían qué es España. Una tragedia. Esta tragedia singular, España, quizá podrá conllevarse con dignidad, cuando el espectador vea o, en el futuro, recuerde las imágenes, las palabras, la música, la gesta y los sentimientos que esta película narra. Es el poder catártico que tiene el cine de Garci.
También esta Sangre de mayonos atrapa desde el comienzo, e incluso conociendo los capítulos fundamentales de la historia narrada, sin que podamos ya dejar de participar en la acción. Uno está tan metido en aquello que no nota el paso del tiempo. Ríe y llora, sufre y se indigna, como cualquiera de los protagonistas que aparecen en las imágenes. Cine para atrapados. Cine. La catarsis estética sustituye, sí, al drama real. Mejor ver la muerte en el arte que morir en la realidad.
Es la única obra de arte, incluso la única obra cultural, sobre el bicentenario de los acontecimientos de la Guerra de la Independencia en general, y del Dos de Mayo en particular, que ha cumplido rigurosamente con el canon que propuse aquí en diciembre de 2007: "El bicentenario no será nada, intelectual y políticamente hablando, sin la recuperación, sin la relectura, sin la reconstrucción que de este acontecimiento histórico hicieron quienes estudiaron, mucho antes de que llegara el centenario, lo sucedido en esa fecha mítica." O sea, por decirlo con un nombre propio genial, es imposible llevar a cabo nada decente sin Los Episodios Nacionales de Pérez Galdós. Garci ha vuelto a destilar lo mejor de un genio de la literatura universal. El guión es geométrico. Poético.
Una vez más el Dos de Mayo aparece como la unidad de medida de la nación española, o mejor, el patrón de medir el respeto de los ciudadanos a su nación. Desconozco cuando se estrenará esta película, pero, por favor, no dejen de verla. Estén atentos. Me temo lo peor; se estrenará tarde y pasará de puntillas y muchos intentarán silenciarla. Por desgracia, me temo que esta cinta será estigmatizada por socialistas, nacionalistas y peperos acomplejados de ser españoles. Ni sus propios patrocinadores alentarán su exhibición masiva en las salas de cine de toda España. Es la mejor prueba del mensaje de Garci: España es una tragedia.