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Juan Carlos Girauta

Crónica de un enigma

Esquerra tiene en apariencia la llave del futuro gobierno, pues puede hacer presidente a Mas o a Montilla según su capricho. Pero este análisis olvida la posibilidad de un ejecutivo sociovergente.

La noticia de la jornada electoral catalana ha sido la altísima abstención. El déficit democrático que sufre Cataluña, en especial cuando se trata de elecciones autonómicas, no sólo no ha mejorado sino que ha ido a peor. A mucho peor. La mitad de los catalanes consideran que este nivel de representación no les concierne, a pesar –o quizá a causa– del bombardeo identitario permanente y el ombliguismo de los medios locales.

CiU ha ganado las elecciones, como siempre. Necesariamente tenía que capitalizar Artur Mas la desastrosa etapa del tripartito, caracterizada por la esterilidad legislativa, la ofensiva catalanista basada en la imposición y el disparate estatutario. En este punto Mas se libró del desgaste en la fase de proyecto y se benefició de su aprobación por voluntad de Rodríguez.

Con todo, los socialistas catalanes ya están sumando a sus escaños los de Iniciativa, lo que les permite presentarse también como ganadores (PSC más IC suman un escaño más que CiU). Para seguir con las sumas, no son pocos los que destacan que, en realidad, el "tripartito" ha crecido, olvidando que desde que Maragall puso fecha de caducidad a la legislatura no existe tal concepto.

Esquerra tiene en apariencia la llave del futuro gobierno, pues puede hacer presidente a Mas o a Montilla según su capricho. Pero este análisis olvida la posibilidad de un ejecutivo sociovergente, que contaría con un apoyo parlamentario inédito y que podría desarrollar el estatuto –incluso desde posiciones maximalistas– sin que nadie pudiera toserles. Salvo la mediocridad del PPC, todo ahora es un enigma.

Con una novedad sorprendente, revolucionaria, que rompe el encantamiento de Matrix: el acceso al Parlament del partido alumbrado por Boadella y Espada, que se hace con tres escaños y que va a llevar por fin a la Cataluña oficial las preocupaciones más apremiantes de la Cataluña real. Y que normaliza la protesta por los abusos y excesos del monolingüismo, cuyos anteriores denunciantes habían sido tiroteados, apalizados, injuriados, asesinados civilmente, expulsados de Cataluña, empujados al paro y a la ignominia. Los cadáveres, ay, regresan a la orilla. Y están jovencísimos. Y se mueven.

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