El último comunicado de ETA y las declaraciones de Arnaldo Otegi han puesto de manifiesto el principal problema con el que el Gobierno se encuentra una y otra vez desde que se propuso pactar con los terroristas: ETA siempre quiere más. Quiere que Rodríguez Zapatero acerque los presos, y quiere que de un paso decisivo en la anexión de Navarra. Quiere ambas cosas, y las quiere ya.
Ante el rotundo comunicado etarra, el Gobierno ha reaccionado con titubeos, balbuceando excusas, como siempre que habla de terrorismo. El PSOE disimula y Elorza, histérico, grita que no pasa nada. Pero poca compasión despiertan ya los bélicos pacifistas españoles; quien se acuesta con niños, se levanta como se levanta. Y mojados se han levantado Alfonso Perales, Odón Elorza y López Garrido, quien con total descaro ha afirmado que no se negociará Navarra, y que los navarros serán quienes decidan su futuro. Veamos. López Garrido es rápido; pero por desgracia para él, la verdad lo es aún más.
Desde el principio, ETA planteó al Gobierno que sin Navarra no habría ni alto el fuego ni negociación posible. Sin el Viejo Reino, adiós al "ansia infinita de paz". Así que Zapatero, muy en su línea, tragó lo intragable, y se comprometió a hacer lo que los terroristas desean; empieza a ser en él una costumbre. Pero ni nuestros pacifistas ni los terroristas etarras son tontos; cuando el ochenta y cinco por ciento de los navarros vive de espaldas a Euskadi, cualquier asimilación directa y por la fuerza queda descartada. Zapatero el escurridizo pactó con los asesinos otra táctica, más sutil y disimulada.
Por eso López Garrido repite la expresión, tan vaga como abstracta, de que "se respetará la decisión de los navarros". Pero el calor agosteño no puede ya esconder lo que hay detrás de sus palabras: el PSOE y ETA han hablado de Navarra y han trazado su agenda política. La fórmula es la defendida por Zapatero en el Pacto del Tinell; todos contra PP-UPN. En Navarra, sería un cuatripartito PSN, PNV, EA, Aralar y quizá Batasuna. Zapatero defendería el resultado como expresión de las urnas y como parte de su proyecto político, marginar a la derecha; así podría afirmar que no existe precio político.
ETA no le pide ahora más: entregar Navarra al nacionalismo para que éste comience su disolución institucional y su anexión cultural y social. En la agenda del nacionalismo vasco, la anexión a Navarra lleva tiempo, y exige dos cosas; que el PSOE navarro se inhiba ante los nacionalistas y que Zapatero el escurridizo renueve su mandato en 2008 dando cobertura al proceso de anexión, del que dependerá la paz definitiva. Tiempo para trabajarse Navarra es lo que ETA exige a Zapatero.
Pero Zapatero y ETA se encontraron con un obstáculo con el que no contaban: parte del PSN se niega a autoinmolarse por Zapatero. A día de hoy, el PSOE no ha designado aún al candidato al Gobierno de Navarra en 2007. No se fían del actual, que no parece por la labor de suicidar a su partido y a Navarra para saciar el "ansia infinita de paz" de Zapatero. Por eso el comunicado de ETA es una llamada de atención de los terroristas a Zapatero para que se decida, ponga un candidato domesticable y acelere el mecanismo de entrega de Navarra. Débil y coja, la banda corre más que el Gobierno del escurridizo Zapatero. Como la verdad, que es aún más rápida que ambos.