Fruta del tiempo. Con el verano llegan los incendios. Este año han sido más, se han acercado más a las casas y han sido peor combatidos. En particular, la pérdida de eficacia de la lucha contra el fuego ha sido consecuencia del sectarismo socialnacionalista. Los nuevos gobernantes han purgado, mediante el expediente de la pureza lingüística, las cuadrillas apagafuegos. Porque, en realidad, la exigencia del gallego funciona preferentemente como un instrumento de control ideológico y domesticación del personal. En competencia lingüística gallega cualquier habitante de la región iguala a la mayor parte de los dirigentes nacionalsocialistas y muchos, modestia aparte, los superamos con creces.
La otra indeseable consecuencia del sectarismo xunteiro viene de la discriminación de los Ayuntamientos gobernados por el Partido Popular. Los socialnacionalistas anhelan "quemar" (en sentido figurado, al menos de momento) a los políticos populares, que las elecciones municipales están a la vuelta de la esquina y para estas gentes un mal resultado no supone sólo perder cargos y prebendas, sino ver desautorizado el cínico milenarismo nacionalprogresista con que disfrazan sus propósitos totalitarios.
Con tanto incendio, desde las ventanas de la casa veo, por veces, fuegos próximos, y siempre la espesura del humo. El denso olor de la madera quemada se confunde con el aroma dulceagriado del tabaco. Apenas se oye nada: alguna voz lejana y, de nuevo, el silencio. Sólo algún día, alguna rara vez, el ruido de los moscardones metálicos: las avionetas y los helicópteros apagafuegos. Un par de amigos franceses han telefoneado, lo que más les ha impresionado de las imágenes es la visión de los campesinos apagando el fuego con cubos de plástico y mangueras de riego. A mí me traen el recuerdo de una ocasional intervención como bombero voluntario, hace cincuenta años.
No obstante, las autoridades dicen que han hecho un gran despliegue de medios en la lucha contra el fuego. Deben ser medios invisibles. El común de los mortales sólo vemos a los vecinos, con sus precarios medios. Incluso en la televisión. Porque el gran espectáculo está en la televisión. Algunos gobernantes se muestran cariacontecidos, un poco alelados con la desgracia. Quizá conserven algo de decencia. Pero los más exhiben rostro y alma de verdugos estalinistas.
Toda una sucesión de "berias" aprovecha los fuegos para incendiar las voluntades de las gentes contra el Partido Popular. El ministro del Interior, la ministra de Medio Ambiente, el Fiscal General del Estado, el secretario general de la Vicepresidencia de la Xunta, etc., etc., "poseen" indicios de que los incendios han sido provocados por una trama criminal, movida por el Partido Popular. Más explícitos todavía son los "intelectuales" goebbelsianos, incansables en la mentira manipuladora. Ni una prueba ni un asomo de prueba. Los incendiarios detenidos son, como siempre, ancianos con demencia senil, jóvenes marginales, vecinos rencorosos, campesinos imprudentes, enfermos alcohólicos.
La televisión es el espectáculo. En la gallega, la mitad de la publicidad es institucional. No hay dinero para los servicios contraincendios, pero todo es poco para adoctrinar a la población, para conformar su comportamiento a las directrices del poder. Manipular las conciencias es lo único que saben hacer los gobernantes socialnacionalistas. Asegurar su tiranía es su único objetivo. El PP son sus "judíos", el chivo expiatorio que todo lo justifica.