El Partido Popular ha aprovechado este miércoles la reapertura de la comisión del 11-M para enderezar algunos de los errores de su actuación que habíamos denunciado en estas mismas páginas. Algunos ya no tienen arreglo, pero otros, como el no haber subrayado y amplificado ante la opinión pública el vergonzoso obstruccionismo a las labores de investigación por parte del PSOE y sus socios de gobierno, han recibido este miércoles su merecido acento en sede popular.
La denuncia de Zaplana y de Rajoy contra la vergonzosa negativa del PSOE y de sus aliados a comparecencias tan importantes como las referidas a los confidentes, responsables de medios de comunicación, fiscales o políticos no ha podido ser más oportuna y contundente. Si por la mañana Zaplana alertaba de que “estamos ante un escándalo sin precedentes” o que “no se quiere investigar nada, ni saber la verdad”, Rajoy, por la tarde, acusaba en sede parlamentaria a Zapatero de permanecer “mudo” y de "esconderse", instándole a acudir a la comisión a dar una explicación "clara y contundente" del comportamiento del PSOE entre los días 11 y 14 de marzo.
Y es que el PP a primera hora de la mañana también había rectificado su negativa a pedir la comparecencia del actual presidente del Gobierno, como ya hizo en su día respecto a la de algunos responsables de medios de comunicación. Finalmente, se reclamó desde el PP la comparecencia de Zapatero mediante una solicitud “in voce” que no tuvo tiempo a ser traslada formalmente por escrito, por lo que no se llegó a votar.
No entraremos a analizar las excusas por no haberla solicitado antes... junto a la comparecencia de Aznar. Lo importante ahora es celebrar el cambio de rumbo emprendido y esperar que se consolide. El PP debe escenificar y subrayar de forma constante e infatigable ante la opinión pública su compromiso con la verdad y con el deber de denuncia del infame comportamiento del PSOE y de sus aliados entorno a aquella masacre. En esa tarea, Rajoy no sólo debe empujar a sus segundos, sino también bajar él mucho más a menudo a pie de obra. Y eso por varias razones, al margen del hecho de que él sea el nuevo líder del PP. En primer lugar, por su buena oratoria, talento que, con tanta frecuencia, desperdicia por pautas de tibieza y de perfil bajo. En segundo lugar, por el mayor eco en los medios que tienen las criticas del PP cuando las lanza su lider a cuando los hace un subalterno. Hay que tener en cuenta que si la mayoría de los medios de comunicación ponen sordina a lo que se dice desde el PP, eso es una razón más para elevar el tono y para solicitar la voz que más se oye. Más aun en un asunto que, como aquellos días de infamia, merece ya de por si todos los acentos.