Todos recordamos cómo la izquierda política, y sobre todo mediática, arrojó sobre la conciencia de Aznar, y aun de los votantes populares, las vejaciones ocurridas en una cárcel iraquí controlada por el ejército americano. Así que a los socialistas no les puede parecer del todo ilógico que hoy nos hagamos algunas preguntas. Por ejemplo: ¿qué tal concilian el sueño las autoridades de la Generalitat tras enterarse de que funcionarios de la Generalitat han torturado a presos custodiados por la Generalitat en prisiones de la Generalitat?
Si tuviéramos la décima parte de su sentido de la oportunidad propagandística y de su habilidad demagógica, los críticos con el PSOE y con el PSC (que no es lo mismo pero es igual) promoveríamos manifestaciones, concentraciones, foros, debates televisivos y radiofónicos, chats y paros universitarios para recrear detenidamente el modo en que el mes pasado, en las cárceles catalanas, un preso sufrió diversas palizas mientras permanecía dieciséis días en ropa interior. O cómo otro sufrió tantos golpes y puñetazos que se hizo sus necesidades encima. Y otro más necesitó cinco grapas en la cabeza tras recibir la visita de los funcionarios. Y a otro lo tiraron escaleras abajo con las manos esposadas a la espalda, lo dejaron en calzoncillos y lo golpearon y escarnecieron incluso delante de las enfermeras que lo asistían.
No tenemos fotos, claro, pero tenemos los testimonios y el estudio del Observatorio del Sistema Penal y Derechos Humanos de la Universitat de Barcelona. Como si se tratara de uno de los testimonios de Abu Ghraib que han fatigado los medios de comunicación occidentales, un preso declara haber oído “otros golpes y gritos que indicaban que estaban haciendo lo mismo con otros chicos”.
Como ni de lejos tenemos la soltura de los socialistas para estas cosas, en modo alguno gritaremos “Maragall torturador”. Ni ocultaremos que el govern, a través de sus inspectores, está investigando ya el asunto y parece decidido a depurar responsabilidades. Igual que hizo el gobierno de los Estados Unidos, donde han rodado algunas cabezas, se ha juzgado a soldados, se ha suspendido a la general encargada de la cárcel y el gobierno ha dado explicaciones públicas.