Este 2.002 que se nos ha ido no ha sido precisamente bueno para los internautas. Entre la LSSI en España, las Directivas Europeas sobre privacidad y protección de datos, y los engendros made in USA nacidos de las cenizas de la Zona Cero, la verdad es que el segundo año de este flamante milenio se ha lucido.
Quisiera haber despedido el año con una crónica positiva. Por ejemplo, la absolución de Dmitri Sklyarov. ¿Recuerdan a ese ruso de Rusia? Tuvo la osadía de crear un programa para desproteger el formato eBook, de la empresa Adobe; cosa que, por otro lado, es legal en su país. Así que, en cuanto pisó terreno norteamericano, los agentes federales se le echaron encima. Pueden refrescar el caso re-leyendo mi artículo Sklyarov contra el poder del copyright
El juicio llegó a adquirir tintes kafkianos. El caso continuó adelante a pesar de que el propio acusador (Adobe) se echó atrás. Y, cuando Sklyarov consiguió salir de Estados Unidos para ver a su familia, descubrió que no podía volver a entrar: la Fiscalía le exigía que volviese a California para prestar declaración, ¡pero se le negaba el visado de entrada! Finalmente, el juez ha dado su dictamen: inocente. El contubernio industrial que usa la DMCA como Bush las resoluciones de la ONU (o sea, según le interesa) ha salido escaldado.
Pensé que lo mismo aquí se nos pegaba algo, y los que se empeñan en ahogar la iniciativa individual a golpe de leyes se aplicarían el cuento. Pero qué va, spain is different. Hace unos días, la SGAE consiguió cerrar el dominio putasgae.com. Por lo visto, no les gustaba que les criticasen, así que se fueron a llorar al Centro de Arbitraje y Mediación de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI).
Intentaré ser ecuánime, y suponer que a la SGAE no le cae nada bien que los ataquen desde un dominio donde se usan sus siglas precedidas por la palabra puta. Pero es que, además de que quien se pica ajos come, sus argumentos rozan lo patético. Se quejan de que el internauta despistado podría confundirse, creyendo que se encuentra en la verdadera web de la SGAE. Pues qué quieren que les diga, yo puedo tener el día tonto y pensar que una web llamada putasgae represente los intereses legítimos de los autores; puedo incluso imaginarme que han visto la luz y reconocido que, en temas como el del canon de los CD, se han pasado tres pueblos. Pero cuando leo un letrero así de grande que pone “Usted NO se encuentra en la Web de la Sociedad General de Autores y Editores (www.sgae.es). Se encuentra en la Plataforma de coordinación de movilizaciones contra la SGAE”, una de dos: o soy idiota, o solamente sé leer swahili.
¿Por qué no reconocen la verdad, a saber: que las críticas les tocan mucho los polvorones? Cuando sacan a Ramoncín o a mi paisano Miguel Ríos narrando los horrores de la piratería, no hay problema; pero cuando alguien les lleva la contraria y les echa en cara las tropelías que están cometiendo, a sacar la artillería pesada. Que se lo digan a Alaska, que osó, no defender a los piratas, sino tan sólo recordar que la persecución policial no es la solución.
Hace unos días vi a un directivo de la SGAE (lo siento, no recuerdo cuál) blandir el siguiente argumento contra la piratería: es tan malosa, y tan lucrativa, que hasta las mafias del narcotráfico se han pasado al negocio de copiar discos. ¿Pues saben qué les digo? Que, puestos a escoger, prefiero que las bandas criminales se dediquen a tostar discos de Operación Triunfo antes que a vender drogas a la puerta de los colegios. Dentro de nada intentarán convencernos de que los armadores del Prestige hicieron su fortuna grabando cintas piratas en los conciertos de Loquillo y los Trogloditas.
No lloren por putasgae.com. Yo no lo hago. Seguro que se llevarán sus contenidos a otro lado, abrirán una página nueva y volverán a llenarla de contenidos. Por supuesto, los perseguirán. Y volverán a mudarse. Pero cuando se cansen de este juego, los de la SGAE irán a llorar al Congreso, pidiendo más leyes y más policías para luchar contra la malosería digital. Y seguiremos oyéndoles llorar por los pobres artistas que no tienen pan que llevarse a la boca. Acaba de comenzar el nuevo año. Preparaos, que viene caliente.
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