(Libertad Digital) Hace seis años, en el diario El País se publicaba lo siguiente: D. Francisco Paesa. Falleció en Tailandia el 2 de julio de 1998, donde fue incinerado. Tu familia y amigos no te olvidan. EL funeral tuvo lugar en la más estricta intimidad. Las misas gregorianas que durante todo el mes de agosto se celebren en el monasterio cisterciense de San Pedro de Cardeña, se aplicarán por su alma y para confortar a los que le llevamos en el corazón.
Ahora, la resurrección en Luxemburgo Francisco Paesa Sánchez –también Paesa Abad o Alberto Seoane, que tales eran sus nombre falsos– trae a la actualidad las épocas del capitán Khan, los papeles de Laos del fugado Roldán, el caso Amedo... y el dinero de los gobiernos del PSOE. Para más interés, ocurre días antes de que Rafael Vera ingrese en prisión –en medio de dramáticos anuncios– por el caso fondos reservados.
Nació en Madrid, diez días después de se declarara el final de la guerra civil española desde el cuartel general de Burgos. Por avatares de los negocios financiero-inmobiliarios Paesa trabó contacto con el dictador guineano Francisco Macías y dieron a luz el Banco Nacional de Guinea. Corrían entonces los años 60, ya finales. Caído Macías, descubrió otros paraísos donde blanquear dinero era negocio: en Gran Caimán fundó el Trust Development Bank; en Suiza, el Kredit und Comerce Bank, del que llegó a ser vicepresidente ya bajo el nombre de Alpha Bank. Tras muchas transacciones y tráficos de dinero entre España y Suiza, su segunda criatura quebró.
Pero Paesa ya era un experto en hacer aparecer y desaparecer –lo último llevaba a lo primero– grandes cantidades de dinero. Con el muro de Berlín aún bien sólido convertía marcos como quien cambia cromos haciendo dinero para él y varios empresarios italianos que le seguían la estela en ingeniería financiera al margen de la ley. Pero le pararon los pies en oscuras maniobras de falsificación. En el año 1977 pisó por primera vez la cárcel. Fue en Suiza. Los 800.000 dólares que costaba su libertad los pagó Dewi Sukarno la viuda del dictador indonesio. Con ella había compartido una lujosa mansión en el país helvético a orillas de un lago.
Alberto Seoane, agente secreto
Extramuros, Paesa volvió a lo que mejor sabía hacer. Comenzaron entonces sus frecuentes visitas a España ya que había creado una especie de sociedad de importación y exportación en la que participaba algún compatriota. No tardaría en descubrir un buen caldo de cultivo para sus habilidades en los gobierno de Felipe González donde sus dotes de escapista financiero le valieron la condición de agente secreto de Interior.
En pleno destape de los GAL, Paesa –Alberto Seoane para esta ocasión– fue denunciado por Blanca Balsategui. La ex novia de Michel Domínguez le acusó de haberla coaccionado para que perjurara en su declaración en el conocido como “caso Amedo”, el origen de los sumarios abiertos por el terrorismo de Estado contra ETA. Las presiones del agente Paesa –que ya decía trabajar para Interior– las reveló el equipo de investigación de Pedro J. Ramírez, todavía en Diario 16, un 15 de noviembre de 1988. Seoane-Paesa reconoció años más tarde que había prometido todo a Balsategui para que declarara a favor de subcomisario. Sin embargo la Justicia no llegó a retenerle demasiado tiempo y se sucedieron excarcelaciones y archivos. A partir 1989 su persona se hace tan escurridiza como su dinero. Se tiene noticias de él –las ofrece ya el diario El Mundo el 4 de noviembre– por su participación en la Operación Sokoa contra ETA y su mediación en el rescate del industrial Emiliano Revilla. Mayor sorpresa causó una noticia de este diario del día 23 de abril de 1990: Paesa está en Ginebra acreditado como embajador de la ONU en Santo Tomé. Huido de la Justicia española, Melchor Miralles lo encuentra trabajando de diplomático.
Roldán y el capitán Khan
El 8 de octubre de 1991, se entregó en la Audiencia Nacional por el caso Amedo. Tras declarar ante el juez Ismael Moreno, fue puesto en libertad provisional y sin fianza. Pero su mediación llegaría de nuevo con la fuga del entonces director de la Guardia Civil, Luis Roldán. En 1994 se ofreció a la Policía española para colaborar en su localización. El 8 de junio de ese mismo año, la juez Ana Ferrer dictó un auto que apuntaba a "indicios fundados" sobre la participación de Paesa en delitos de malversación junto al fugado. Vienen entonces los viajes de Roldán por Europa (con parada en París y entrevista con el diario de Pedro J.) y Asia. Los ministros socialistas de Interior –el fugaz Antoni Asunción y Juan Alberto Belloch– leyeron boquiabiertos (más el valenciano que el aragonés) cada portada de El Mundo como la del fichaje del vietnamita Khan, el capitán Khan, por parte de Paesa. Después, se vendió la captura con papeles falsos mostrados a la prensa por el biministro Belloch.