(Libertad Digital) La sesión de control al Gobierno de este miércoles ha estado marcada por las intervenciones de Mariano Rajoy y Ángel Acebes. El secretario general del PP preguntó directamente por las razones que llevaron al presidente Zapatero a renunciar a Madrid como sede de la firma para la Constitución europea. El secretario general adjunto abrió el objetivo e interpeló –esta vez a la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega– por la descoordinación entre los miembros del Gobierno.
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero respondió a Mariano Rajoy que el objetivo es tener una Constitución europea y, añadió, "como usted sabe, desde hace dos años, Italia venía reivindicando que la firma se celebrara en Roma". Zapatero recordó también que desde los trágicos atentados del 11-M "ha habido un esfuerzo y muchos gestos desde muchos países" para que la sede de esa firma fuera Madrid. Tras agradecer estas muestras de apoyo, el presidente concluyó que "el que se firme en Madrid no puede ser elemento de división o disputa" y recalcó que el Gobierno "ha tomado la decisión de mostrarse abierto" a que sea en Roma.
La réplica de Rajoy fue rápida y se centró en recordar las promesas y compromisos de Zapatero previas a la cesión a Berlusconi: "Usted en el debate, y sin que nadie se lo preguntara, se comprometió". Además, insistió Rajoy en que la propuesta europea partió del diputado italiano de la oposición Ruttelli y de su partido, el PSOE, en Europa ya que la propuesta fue apoyada por Enrique Barón. El líder de la oposición recordó entonces dos cuestiones fundamentales. La primera, que "el programa electoral decía, porque ya lo han cambiado, que sería en Madrid". La segunda, que el propio Zapatero adoptó ese compromiso en su discurso de investidura.
Entonces, Rajoy reflexionó en voz alto sobre dos posibilidades que habría precipitado la decisión del Gobierno: que Zapatero "se haya rendido a los encantos de Berlusconi o que haya querido sorprender con una ración doble de talante". Tras ello, insistió en que "hay que hacer honor a la palabra" porque, además, añadió, "no da igual dónde se firme. Sería bueno para Madrid". Rajoy concluyó su intervención calificando la actitud del presidente del Gobierno como "una frivolidad" porque "a mucha gente le ha dolido que diga solemnemente 'el Gobierno hará todo lo que esté en su mano' y luego obligue a Borrell y a Baron a rectificar". En definitiva, según Rajoy, "hay que decir la verdad o ser más prudente".
El cierre del asunto no aportó novedad por parte del presidente del Gobierno. "Cada uno entiende la construcción de la Unión Europea a su manera", apuntó, para añadir que "la solidaridad se responde con solidaridad". Zapatero concluyó con una ironía sobre las relaciones del anterior Gobierno con el primer ministro italiano en detrimento de Chirac y Schroeder. "Tratándose de Roma –explicó Zapatero– me extraña su posición. Lo entendería si fuera Berlín o París".