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Brasil sigue cuesta abajo quince meses después de asumir Lula la presidencia

Crisis política, incremento de la pobreza, huelgas y protestas. Éste es el panorama que enfrenta Luiz Inácio Lula da Silva quince meses después de asumir la presidencia de Brasil. Su popularidad cae en picado, y los indicadores económicos confirman que las cosas no van bien en el gigante iberoamericano. Según economistas y políticos tanto de la oposición como del entorno de Lula, los intereses del 16,5 por ciento anual –en este momento, los más altos del mundo– frustran cualquier intento de recuperación.

L D (EFE) El crecimiento previsto por Lula para el año pasado se convirtió en una contracción de la economía nacional del 0,2 por ciento. Brasil, que en 2003 era la 12ª economía del mundo, ha caído tres puestos y ahora ocupa el 15º lugar en dicho ránking, al verse superada por la India, Australia y Holanda. Este parón le aleja aún más de México, primera economía iberoamericana desde que, en 2001, arrebatara tal posición al propio Brasil. 

Tras esa caída se esconden graves problemas que Da Silva y su Administración no logran resolver, como el alto coste del dinero, en un país que para recuperar el crecimiento precisa dar una sacudida a su poderosa pero adormecida industria.

Los tipos de interés más altos del mundo

Según economistas y políticos tanto de la oposición como del entorno de Lula, los intereses del 16,5 por ciento anual –en este momento, los más altos del mundo– frustran cualquier intento de recuperación.

Contra esas tasas se ha declarado hasta el vicepresidente de la nación, José Alencar, para quien la "responsabilidad fiscal" del Gobierno es en realidad "una enorme irresponsabilidad" que impide el crecimiento, según ha declarado esta misma semana.

En cambio, el ministro de Hacienda, Antonio Palocci, defiende la política de altos intereses con el argumento de que es preciso contener riesgos inflacionarios, pese a que finalmente los únicos beneficiados parecen haber sido los bancos, que obtuvieron ganancias históricas en 2003. Mientras tanto, el consumo caía en el mismo período un 3,3 por ciento, según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas. 

Da Silva también tiene que hacer frente a los problemas políticos derivados de un asunto de corrupción en el seno del Palacio de Gobierno y al descontento de los funcionarios, que presionan por mejorar sus salarios; así, la Policía Federal lleva tres semanas en huelga, los empleados del Fisco han parado este jueves, y lo mismo ocurre en universidades y otras dependencias públicas.

Los Sin Tierra amenazan al Gobierno con un "abril rojo"

Según algunas encuestas, la popularidad de Lula ha caído diez puntos (del 70 al 60 por ciento) en apenas un mes. Por si fuera poco, los estudiantes universitarios se han echado a la calle esta semana para exigir cambios en la política económica.

La base universitaria, uno de los sostenes del Partido de los Trabajadores (PT), está respaldando las demandas del Movimiento de los Sin Tierra (MST), que ha prometido un "abril rojo" por la paralización de la reforma agraria prometida por el Gobierno.

El pasado miércoles, presionado por las protestas campesinas, que desembocaron en una oleada de invasiones de haciendas, Lula dijo que liberará 600 millones de dólares para promover asentamientos. Pero las promesas no convencen al MST, que, según su coordinador, Joao Pedro Stédile, "cree sólo en realidades".

No arrancan los programas Hambre Cero y Primer Empleo
 
Entre tanto, el plan Hambre Cero, mascarón de proa de la Administración Da Silva, aún no llega ni al diez por ciento de los destinatarios previstos, y el programa Primer Empleo sólo ha conseguido trabajo a 577 jóvenes.

De acuerdo con algunas encuestas, el PT de Lula puede empezar a pagar sus fracasos en las elecciones municipales del próximo octubre. Según un sondeo llevado a cabo en Sao Paulo, la ciudad más importante del país, el derechista Paulo Maluf tiene una intención de voto del 27 por ciento, cinco puntos por encima del socialdemócrata José Serra y diez más que la actual alcaldesa, Marta Suplicy, una de las figuras más importantes e influyentes del partido de Lula.

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