(Libertad Digital) Pese a tener enfrente al Bayern más limitado y con menos recursos de los últimos años, el Real Madrid ha ofrecido en su estadio maldito, el Olímpico de Múnich, una de sus peores caras al ser superado ampliamente por un rival que, a falta de otros argumentos, puso ardor, lucha y anticipación ante un conjunto como el de Carlos Queiroz que pareció estar congelado.
Los galácticos cometieron fallo tras fallo. Erraron infinidad de pases y el Bayern, que llegaba en mal momento, no dudó en tratar de aprovecharlo para crecerse e ilusionar a una afición que antes del partido no tenía fe alguna. Dio la sensación de que el Real Madrid no estaba. Con la excepción de un par de apariciones de Ronaldo, naufragó sobre el césped del coliseo bávaro, por donde navegó viento en popa el Bayern, al que tan sólo le faltó el gol. Zé Roberto, Hargreaves, Ballack, Pizarro y Roy Makaay crearon numerosos problemas a la zaga blanca, que hasta estuvo a punto de marcarse en un par de ocasiones en su portería, en la primera, a los dos minutos, Roberto Carlos, y en la segunda, a los 23, Helguera, aunque el cántabro fue otra vez providencial junto a Casillas, por cuanto el joven portero madrileño impidió que Zé Roberto y Hargreaves inaugurasen la cuenta.
El Real Madrid, como en tantas y tantas ocasiones, se complicó la vida por sí solo. No supo jugarle a un rival menor, estuvo sin sentido en el manejo de balón e impreciso hasta rozar lo desastroso. Y concedió tantas opciones como el Bayern quiso y apenas se le vio en el área de Kahn. Para su fortuna, al campeón alemán le falta la confianza necesaria para asestar duros reveses a sus rivales y hasta la suerte, porque en el segundo período, en el que el cuadro de Queiroz esbozó una mínima mejoría en el control del juego, Makaay tuvo una clamorosa ocasión para abrir la cuenta, pero, cuando estaba solo, remató de cabeza ligeramente desviado. El Bayern se siguió comiendo al conjunto madrileño y llegando con auténtico peligro, pero continuó con una carencia absoluta de acierto ante un Casillas que volvió a ser providencial en una internada de Salihamidzic, quien reemplazó en el descanso al Lizarazu y actuó como lateral zurdo.
Era un auténtico baño el que estaban sufriendo los blancos. El equipo bávaro, herido en su orgullo, sacó lo mejor que ahora mismo puede ofrecer y encontró por fin su premio a un cuarto de hora del final con un preciso testarazo de Makaay tras un gran centro de Pizarro, cuyo sustituto, Roque Santa Cruz, estaba esperando para entrar al campo. El Bota de Oro de la campaña 2002-03 no podía consentir más errores en el remate y su testarazo fue la recompensa a su labor y a la de todo el grupo. Pero la alegría del Bayern duró siete minutos, los que tardó Roberto Carlos en enganchar uno de sus zapatazos lejanos que, inesperadamente, entró en la portería por debajo del cuerpo de Kahn, en una acción muy similar a la que sufrió Arconada en la final de la Eurocopa cuando Francia venció a España (2-0), ya que prácticamente se la introdujo él mismo. Fue un espectacular premio para lo poco que hizo el Real Madrid, que curiosamente consiguió por primera vez no perder en el Olímpico.
Los galácticos cometieron fallo tras fallo. Erraron infinidad de pases y el Bayern, que llegaba en mal momento, no dudó en tratar de aprovecharlo para crecerse e ilusionar a una afición que antes del partido no tenía fe alguna. Dio la sensación de que el Real Madrid no estaba. Con la excepción de un par de apariciones de Ronaldo, naufragó sobre el césped del coliseo bávaro, por donde navegó viento en popa el Bayern, al que tan sólo le faltó el gol. Zé Roberto, Hargreaves, Ballack, Pizarro y Roy Makaay crearon numerosos problemas a la zaga blanca, que hasta estuvo a punto de marcarse en un par de ocasiones en su portería, en la primera, a los dos minutos, Roberto Carlos, y en la segunda, a los 23, Helguera, aunque el cántabro fue otra vez providencial junto a Casillas, por cuanto el joven portero madrileño impidió que Zé Roberto y Hargreaves inaugurasen la cuenta.
El Real Madrid, como en tantas y tantas ocasiones, se complicó la vida por sí solo. No supo jugarle a un rival menor, estuvo sin sentido en el manejo de balón e impreciso hasta rozar lo desastroso. Y concedió tantas opciones como el Bayern quiso y apenas se le vio en el área de Kahn. Para su fortuna, al campeón alemán le falta la confianza necesaria para asestar duros reveses a sus rivales y hasta la suerte, porque en el segundo período, en el que el cuadro de Queiroz esbozó una mínima mejoría en el control del juego, Makaay tuvo una clamorosa ocasión para abrir la cuenta, pero, cuando estaba solo, remató de cabeza ligeramente desviado. El Bayern se siguió comiendo al conjunto madrileño y llegando con auténtico peligro, pero continuó con una carencia absoluta de acierto ante un Casillas que volvió a ser providencial en una internada de Salihamidzic, quien reemplazó en el descanso al Lizarazu y actuó como lateral zurdo.
Era un auténtico baño el que estaban sufriendo los blancos. El equipo bávaro, herido en su orgullo, sacó lo mejor que ahora mismo puede ofrecer y encontró por fin su premio a un cuarto de hora del final con un preciso testarazo de Makaay tras un gran centro de Pizarro, cuyo sustituto, Roque Santa Cruz, estaba esperando para entrar al campo. El Bota de Oro de la campaña 2002-03 no podía consentir más errores en el remate y su testarazo fue la recompensa a su labor y a la de todo el grupo. Pero la alegría del Bayern duró siete minutos, los que tardó Roberto Carlos en enganchar uno de sus zapatazos lejanos que, inesperadamente, entró en la portería por debajo del cuerpo de Kahn, en una acción muy similar a la que sufrió Arconada en la final de la Eurocopa cuando Francia venció a España (2-0), ya que prácticamente se la introdujo él mismo. Fue un espectacular premio para lo poco que hizo el Real Madrid, que curiosamente consiguió por primera vez no perder en el Olímpico.
Ficha técnica del partido
Real Madrid, 1: Casillas; Míchel Salgado, Helguera, Raúl Bravo, Roberto Carlos; Guti, Beckham; Figo, Raúl, Zidane; y Ronaldo (Solari, m.92)
Goles: 1-0, m.75: Makaay; 1-1, m.82: Roberto Carlos
Árbitro: Terje Hauge (Noruega). Amonestó a Ballack (m.26), Zidane (m.49), Demichelis (m.60), Ronaldo (m.89) y Figo (m.89)
Incidencias: Partido de ida de octavos de final de la Liga de Campeones disputado en el estadio Olímpico de Múnich. Unos 59.000 espectadores, entre ellos cerca de 3.000 seguidores madridistas. Noche gélida. Unos siete grados bajo cero