LD (EFE) El economista jefe del banco emisor europeo, Otmar Issing, considera que no hay ninguna prueba sobre el peligro de la deflación, aunque reconoce que las conjeturas sobre este fenómeno son en sí preocupantes. Por el contrario, el gobernador del banco central de Luxemburgo, Yves Mersch, que, al igual que Issing, también es miembro del consejo de gobierno del BCE, declaró que en los próximos doce meses Alemania puede caer en una deflación, aunque sea de corta duración.
El problema al que se enfrenta la autoridad monetaria es prever cómo evolucionarán los precios en los próximos meses para poder determinar un recorte de los intereses en la eurozona, que desde marzo están en el 2,50 por ciento. De entrar en una deflación, Alemania necesitaría una fuerte bajada de los tipos, del orden del 0,50 puntos, mientras que otros países que comparten el euro, como Irlanda, Portugal, Grecia y España, tienen índices de encarecimiento por encima del 3 por ciento y requerirían una política monetaria más restrictiva.
La inflación bajó en mayo al 0,7 por ciento en Alemania, según datos preliminares de seis Estados federados, la cifra más baja desde octubre de 1999. Hace una semana el Fondo Monetario Internacional advirtió de que Alemania, la primera economía europea, puede dirigirse hacia una "ligera deflación", pronóstico rechazado por el Gobierno de Berlín.
También los mercados de divisas están muy atentos a los movimientos del banco emisor. Si el BCE mantuviera los tipos intactos, el dólar podría continuar su descenso contra el euro, lo que aceleraría el proceso deflacionista en Alemania y otros países con un crecimiento económico reducido, como Francia. La apreciación del euro respecto al dólar en un 27 por ciento en los últimos doce meses ha deteriorado la competitividad de las exportaciones europeas, sobre todo de países con vocación claramente exportadora como Alemania, a zonas que facturan en dólares.
El problema al que se enfrenta la autoridad monetaria es prever cómo evolucionarán los precios en los próximos meses para poder determinar un recorte de los intereses en la eurozona, que desde marzo están en el 2,50 por ciento. De entrar en una deflación, Alemania necesitaría una fuerte bajada de los tipos, del orden del 0,50 puntos, mientras que otros países que comparten el euro, como Irlanda, Portugal, Grecia y España, tienen índices de encarecimiento por encima del 3 por ciento y requerirían una política monetaria más restrictiva.
La inflación bajó en mayo al 0,7 por ciento en Alemania, según datos preliminares de seis Estados federados, la cifra más baja desde octubre de 1999. Hace una semana el Fondo Monetario Internacional advirtió de que Alemania, la primera economía europea, puede dirigirse hacia una "ligera deflación", pronóstico rechazado por el Gobierno de Berlín.
También los mercados de divisas están muy atentos a los movimientos del banco emisor. Si el BCE mantuviera los tipos intactos, el dólar podría continuar su descenso contra el euro, lo que aceleraría el proceso deflacionista en Alemania y otros países con un crecimiento económico reducido, como Francia. La apreciación del euro respecto al dólar en un 27 por ciento en los últimos doce meses ha deteriorado la competitividad de las exportaciones europeas, sobre todo de países con vocación claramente exportadora como Alemania, a zonas que facturan en dólares.