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Moscú se opone a levantar las sanciones a Irak para no perder sus contratos

Rusia se opuso este lunes a una rápida retirada de las sanciones económicas que pesan sobre Irak por temor a perder las jugosas ganancias del programa "Petróleo por alimentos", del que Moscú era el principal beneficiario antes de la guerra. Moscú también se opone a condonar la deuda externa existente.

L D (Agencias) Tras la victoria aliada en Irak, el Kremlin no puede ocultar su nerviosismo por el destino de sus intereses en el país árabe -desde los 8.000 millones de dólares que le debe Bagdad, hasta sus estratégicos contratos petroleros- y por ello trata de ganar tiempo en el último espacio de maniobra que le queda en la ONU. El Ministerio ruso de Asuntos Exteriores se opuso a la posibilidad de un levantamiento "inmediato" de las sanciones a Irak como propone Estados Unidos y exigió que antes se completen las inspecciones de la ONU en ese país.

La diplomacia rusa insistió en que "no se puede hacer tabla rasa" de la crisis iraquí y de todas las condiciones planteadas en Irak por más de una década de resoluciones. "La solución del problema iraquí debería empezar en el punto en el que quedó interrumpido por la guerra", pues "todas las decisiones de la comunidad internacional sobre Irak permanecen en vigor", indicó la Cancillería. Moscú teme que el levantamiento unilateral de las sanciones beneficie a EEUU y a sus empresas, y sea el golpe de gracia para una ONU ya tocada por las divergencias surgidas a raíz de la crisis de Irak. Para el Kremlin, antes de levantar las sanciones es preciso "cerrar el dossier de desarme de Irak", lo que se conseguirá sólo después de que los inspectores de la ONU constaten que no hay armas de destrucción masiva en el país. "Esto se puede hacer en un par de semanas, pues es evidente que en Irak no hay armas de exterminio", como alegaron Gran Bretaña y EEUU para lanzar su ataque y demolición del régimen de Bagdad, señaló la diplomacia rusa. Para Moscú, sólo el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y no EEUU o sus aliados, puede decidir el momento del levantamiento de las sanciones que pesan sobre Irak.

El Consejo de Seguridad tiene previsto estudiar este martes la situación en el Irak posbélico, reunión que puede ser el prolegómeno de la nueva batalla diplomática de Rusia en la crisis iraquí para proteger sus intereses en Irak, ahora en el filo de la navaja. El levantamiento de las sanciones supondría el fin del programa "Petróleo por alimentos", establecido por el Consejo de Seguridad para aliviar el desabastecimiento de comida y medicinas. En la última fase de este programa, Rusia, gracias a sus lazos con el régimen de Sadam Husein, se adjudicó el 40 por ciento del petróleo iraquí a cambio de alimentos.

Ahora, Moscú teme que la nueva administración iraquí auspiciada por EEUU eluda los multimillonarios contratos firmados la década pasada con las firmas rusas, debido al rechazo frontal de Moscú a la guerra desatada por Washington y Londres. El consejero del Pentágono Richard Perle, uno de los "halcones" que dibujaron la estrategia norteamericana para derribar a Sadam, alimentó esos temores de Moscú en una entrevista que publicó este lunes el diario ruso "Kommersant". "El programa Petróleo por alimentos debe suspenderse y cuanto antes mejor", dijo Perle. El asesor del presidente George Bush añadió que también ha llegado el momento de que Rusia "pague el precio" por su postura en la crisis de Irak. Al alinearse con Francia y Alemania contra la guerra en Irak, Rusia "se colocó entre los perdedores. Esa posición supondrá, sin duda alguna, un duro golpe para los intereses rusos", aseguró.

Ante estas perspectivas poco halagüeñas se han levantado en Moscú las voces de políticos liberales y expertos que piden al Kremlin que abandone su política de enfrentamiento con EEUU y se "adapte" a las nuevas circunstancias. Según Viacheslav Nikónov, director de la influyente fundación Politika, todo depende de si el presidente ruso, Vladímir Putin, es capaz de imponerse a la línea dura de militares y miembros de los servicios secretos rusos que propugnaron la confrontación con EEUU. Nikónov explicó a Radio Liberty que la cumbre de mayo en San Petersburgo entre Bush y Putin puede ser esa última oportunidad que muchos esperan para poner en el mismo bando a norteamericanos y rusos.

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